Soñar
Se despertó, después de todo, no estaba perdido lo más importante.
"Sí, la cabeza está en su lugar."
No estaba seguro de si las piernas allá abajo, se moverían al ser impulsadas.
"Mejor reconocer la totalidad antes de emprender acciones individuales," se dijo.
Comenzó la inspección de su cuerpo aferrándose a la idea de que todavía éste,existía.
Los ojos trataban de mirar a través de los párpados que insistentemente se movían arriba y abajo.
No distinguió nada.
"Posiblemente es de noche", pensó.
Entances movió una mano, el brazo la acompañó para tocar la otra mano.
Sintió cómo la espalda se doblaba hacia lo que creyó, el adelante, pero no lo suficiente como para alcanzar las extremidades. Algo lo estaba impidiendo. Lo intentó nuevamente. Sintió en la frente un golpe. Era madera, y de la dura. Con los brazos trató de empujar el impedimento, pero sus fuerzas no querían responderle y se sentía débil.
Advirtió cómo sus rodillas trataban de doblarse. Ellas también chocaron con algo duro. Se extendieron inmediatamente.
No entendía muy bien donde se encontraba y menos todavía qué estaba haciendo allí y porqué.
Con las manos comenzó a recorrer las superficies que le rodeaban.
Indudablemente era un recinto pequeño.
"¿El sotano de una cabaña, quizás?"
Recordó que de pequeño veraneaba en el Tirol y allí había estado los meses de verano, en un acogedor chalet de madera, "madera como ésta", pensó, pero el sotano era algo más grande... sería porqué él era pequeño entonces, se autoconvenció.
"Indudablemente el olor es el mismo... pino estacionado".
Quiso girar sobre un costado, su hombro le indicó que no era posible tal movimiento.
Se acomodó nuevamente y con calma pensó que, si permanecería quietecito, podría descansar y soñar con tiempos pasados, que siempre traían bellos recuerdos, sensaciones olvidades, alegrías inesperadas que siempre le habían conmovido.
Respiró profundamentrey se durmió para siempre.
La Juani
Estaba la Juani sentada al borde del sofá.
Estaba la Juani pensativa y triste.
Estaba la Juani concentrada en su vida.
Estaba la Juani mirando hacia el vacío.
Estaba la Juani con ojos inmóviles.
Estaba la Juani mirando el revolver.
Estaba la Juani con el arma en la boca.
¿Estaba la Juani?
Llega el verano
Ayer saqué a pasear a mis piernas.
Era la primera vez que me ponía la falda en esta estación del año.
Estaban desnudas, solitarias e inmóviles, veía que no sabían qué hacer, si se separaban y una adelantaba a la otra ésta se sentiría sola. Juntas era como si estuvieran arropadas y el sol las vería como una sola y ya no las calentaría tanto. Es que el sentir el aire recorrer la piel era una sensación extraña, como si no fuese suya, como si la piel perteneciera a otro cuerpo.
Estos miembros míos... ¡qué tímidos son!
Ahí van ahora con toda agilidad disfrutando de la libertad que el movimiento les imprime.
El roce con una hoja recién nacida... el manto peludo de un perro juguetón... unos mosquitos atrevidos y la libertad, sobre todo la libertad. El no estar enfundadas día y noche, por un lado en esos horribles pantalones gruesos y por otro en esos pijamas invernales.
En fin, se sentían hasta atrevidas, desde la silla se balanceaban arriba y abajo, cada vez más alto hasta casi hacer caer del asiento a la dueña, o sea yo.
Me recompuse y pensé que mejor serían unos shorts a una falda, pero la edad no perdona y con esa piel más grande de lo que mi cuerpo necesita, colgando por todas partes, no sería estéticamente adecuado.
Mi cerebro comenzó a protestar ¿eran más importantes las sensaciones de mis piernas o lo que él pensara? Le dije tranquilamente que por una vez éstas eran libres, que las dejara disfrutar.
No fui comprendida, el cerebro quería imponer sus razones que eran las de no hacer absolutamente nada, pero mis piernas necesitaban moverse.
Esta era una veraddera crisis de poder. O mi cerebro o mis piernas. Ellas querían sentir, disfrutar y no quedarse estáticas, quietecitas. Qué bonito sería sentir las pequeñas olas de la orilla del mar acariciando suavemente estos miembros míos, pero no, el cerebro no quería dar la orden de moverse y al fin lo único que logré fue terminar con el sueño y hacer arrancar la silla de ruedas para regresar a casa.